Fernanda Vincent, una estudiante de 18 años de Veracruz en México, desafía las normas y expectativas de género de su ciudad. Fernanda vive en una comunidad muy dependiente de la industria petrolera, dominada por los hombres, y está decidida a superar los estereotipos y forjar su camino profesional.

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En su último año de bachillerato, su profesora la invitó a formar parte del equipo que participaría en el Concurso Escuela Emprendedora; sin embargo, ella tenía dudas de estar a la altura del reto. No obstante, se armó de valor para dar el paso y desafiar sus propias dudas.
 

Formando equipo con sus compañeras y compañeros de clase, Fernanda se convirtió en una pieza muy importante de "Art-íyat", una empresa especializada en productos de arcilla hechos a mano. Al principio, ocupó un puesto en el departamento de Producción y Marketing, pero a medida que aumentaba su confianza en sí misma al ver todas las ideas que se le ocurrían, Fernanda asumió un papel de liderazgo, haciéndose cargo del departamento, gestionando las cuentas de las redes sociales y creando folletos para promocionar su empresa.
 

Art-íyat, como cualquier empresa, se enfrentó a muchos obstáculos. Perfeccionar el arte de moldear la arcilla resultó una empresa compleja, que provocó algunos desacuerdos entre en el equipo. Sin embargo, estos retos sirvieron como lecciones muy importantes sobre toma de decisiones, resolución de conflictos y comunicación eficaz. Fernanda también perfeccionó sus habilidades empresariales esenciales, como la elaboración de presupuestos y la prestación de un servicio excepcional al cliente. Gestionando las finanzas de la empresa y cultivando sólidas relaciones con los proveedores, se dio cuenta del profundo impacto que estas habilidades podrían tener en su futura carrera como dentista.

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Más allá de las habilidades prácticas, el Concurso Escuela Emprendedora infundió a Fernanda una nueva confianza y seguridad en sí misma. De ser una participante indecisa, se transformó en una empresaria apasionada que no temía mostrar sus creaciones. Las ventas iniciales marcaron un punto de inflexión y reforzaron su confianza en sus capacidades empresariales.

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Como mujer empresaria, Fernanda se siente frustrada cuando la gente se muestra indulgente con ella por el mero hecho de ser mujer. Dice que el programa le ha demostrado que las mujeres pueden ser lo que quieran, ¡incluso empresarias exitosas!

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Tras finalizar sus estudios y ser aceptada en la Facultad de Odontología, los sueños de Fernanda se están haciendo realidad. Su objetivo es establecer y gestionar su propia clínica dental, aprovechando sus habilidades para crear su marca y navegar por las complejidades de la iniciativa empresarial. "Con esta experiencia he podido pulir y adquirir conocimientos", reflexiona. "Quiero cursar estudios universitarios, y ahora sé que soy capaz de generar ingresos adicionales si alguna vez me encuentro con algún problema financiero mientras estudio, además, podré crear mi propia marca y gestionar mi clínica dental."